viernes, 22 de enero de 2010

Un pensamiento...

Al final nada ha cambiado aún y poseo el tesoro más grande porque todavía me siento libre de soñar, porque mis sueños son míos y de nadie más y solo yo me haré responsable por ellos, tal vez (ojalá no) algunos terminen simplemente archivados en un oscuro lugar de mi memoria y entonces solo ese día sabré si fui capaz de asesinar mi esencia o por el contrario solo por un breve instante en la historia comprender lo que se siente probar una gota de inmortalidad.

viernes, 15 de enero de 2010

El diario de la muerte


"Cuando se dio cuenta de que la naturaleza de un hombre cualquiera saciaría su deseo, sintió compasión. Extraña compasión, que se dirigía a quien fuera que fuese el escogido. Ya que competía al hombre sucumbir ante las propuestas, sin derecho a rechazarla”…

Sin embargo, la suya no era una propuesta en el sentido estricto. Bastaba una mirada, un breve contacto para llevar consigo un alma más a cuestas, y era cosa de pocos segundos recorrer el mundo para encontrar las que fueran necesarias para completar su labor.

Así transcurrían los días y las noches de la muerte, buscando ansiosa entre las multitudes quién debía acompañarla. Es muy cierto que tenía unos centenares de miles de víctimas entre seres humanos y no humanos que constituían su obligación diaria, pero en las pocas horas que le quedaban libres después del turno habitual, prefería saciar su necesidad de esparcimiento pues era la única fracción del día en la cual le estaba permitido tomar forma humana. Había días de tal cantidad de ejecuciones que se quedaba sin su merecido descanso y esto la llenaba de profunda tristeza.

Cuando podía venir a la tierra como uno más de nosotros, se sentía extasiada. Solía visitar lugares exóticos, tomarse fotos, aprender uno que otro baile, conocer gente, tomar café y hacer una que otra travesura… Todo aquello limitado por el tiempo restante hasta el comienzo de su nuevo turno de trabajo.

Por su reconocida responsabilidad, puntualidad y por ser una altamente eficiente funcionaria, se le concedía un deseo cualquiera durante su descanso y ella lo aprovechaba para conocer un poco más a esos seres que diariamente despojaba de sus almas pues no lograba entenderlos en lo más mínimo, y también porque alguna vez había experimentado un extraño sentimiento de culpa que desencadenaba en una extraña compasión momentánea que le producía el hecho de “ver morir”.

La muerte había tomado una vez la forma de una famosa reina, gorda, gorda, con su vestido amarillo bordado con piedras preciosas, un cetro de oro y esmeraldas, y una corona incrustada de diamantes; con toda su corte maravillosa que le rendía homenaje a su paso y complacía sonriente sus más extravagantes antojos: Quiero una flor negra, quiero un ave cantora del amazonas, quiero un tejido de la india y un buque de guerra de color rosa, y…

Se cansó de desear cosas que pudieran darle sus súbditos y prefirió pedir su deseo especial que consistiría esta vez en conocer los pensamientos de quienes le servían con tal inmediatez. Uno, dos, tres. ¡Deseo concedido!.

Cuál no sería su sorpresa al descubrir que de ella pensaban: ¡Qué mujer más caprichosa!; ojalá se muriera esta insensata, el pueblo con hambre y ella nos pide decorarle un buque de guerra!, ¡vieja infeliz!. Y mandó ejecutar a toda la corte, pero como es sabido que ella misma estaba en su tiempo de descanso, se cansó de ver cómo rebotaba en los cuellos la guillotina y los verdugos asombrados escapaban y el pueblo entero la acusaba de bruja por lo que acababa de presenciar.

Prepararon la hoguera, ataron a la reina y encendieron el fuego en el preciso instante en que sus cortísimas vacaciones terminaban ¡Mala suerte la de la soberana!, pensaba mientras se llevaba un alma gorda, gorda y se echaba a reír.

Otro día fue presidente. Pidió obtener sumisión absoluta. Uno, dos, tres. ¡Deseo concedido!.

Pronunció discursos, ayudó a un amigo a obtener un puesto público, se tomó fotos con un artista famoso que había ido a visitarlo, inauguró un estadio, firmó papeles, declaró la guerra... ¡Y se acabó el descanso!, volvió a su oficio, y como consecuencia de la guerra tuvo dos años y medio de incansable trabajo desde que salía el sol hasta el poniente. Fue un período intenso en el cual pensó que la próxima vez tomaría la forma de alguien con menos influencia.

Pero un tiempo después de aquella jornada laboral extrema quiso ser una hermosa mujer, una modelo de las pasarelas más afamadas del mundo y tener a sus pies unos cuantos millones de dólares para disfrutar completamente su nueva visita.

Desfiló prendas hermosas de prestigiosos diseñadores, lució las más costosas joyas y zapatos exclusivos que tanto hombres como mujeres admiraban al verla pasar en frente de ellos.

Y se sintió gloriosa, a su criterio no había tenido antes la brillante idea de encarnar un personaje tan completo: Fama, belleza, dinero, estilo, admiradores, respeto… ¡La muerte era ahora la mujer más feliz de la tierra!, aunque un poco delgada y hambrienta, muy similar a las caricaturas en que la pintaban como una calavera vestida.

Pero en cuanto llegó a su elegante cuarto de hotel decorado con las más radiantes flores, quiso simplemente tumbarse sobre su sofá de cuero a ver la televisión y después de una generosa cena, disfrutar de un delicioso helado. ¡Estaba exhausta después del desfile que había tenido!. Sin embargo, al abrir la puerta se encontró con que su equipo le tenía preparado un enorme plato de lechugas frescas con un vaso de agua y le esperaba una rutina de ejercicios de tres horas y media con un experto entrenador que había viajado desde Japón exclusivamente para asesorarla sobre la forma correcta de perder más peso. Ella quería gritar, pero no tenía fuerzas, se disponía a pedir su deseo especial para deshacerse de todos esos tontos, pero en ese instante se acabó el receso y volvió a sus labores habituales. Iniciando por llevarse el alma livianita, livianita de una hermosa mujer, que en medio de la comida, se privaba de ella para ser más elegante.

Y cuentan que la muerte se sintió ofendida como nunca antes en millones de años de incansable trabajo. ¡Ella, glotona por excelencia, privada de su alimento y al borde de un desmayo!, era una falta gravísima sin posible enmienda: Se declaró en contra de la raza humana, de su superficialidad, su egoísmo y su falta de sensatez. Ya no quiso volver a tomar ninguna otra forma humana y desde ese día dicen que lleva a cabo su tarea con mucha más frialdad, se olvidó de su compasión recordando que aquí en la tierra casi se muere de hambre.

Goldenrose, Octubre de 2008

Mientras haya vida


Mientras haya vida

Y la esperanza no se aleje de mí

Mientras existan tiempo y espacio

Mientras persista la voluntad,

Si nacen niños y brotan sueños

En medio de tanta adversidad,

Si quedan preguntas aún sin respuesta

Si queda fuerza para luchar,

Existe entonces la posibilidad

De abrir los ojos y sólo mirar

De amar tu ausencia, de recordar

De considerar si acaso

Que mejores tiempos vendrán

Que todo cambia, igual pasará

Sea bueno o malo, nada quedará

No hay porqué morir sin luchar

Y si aún luchando las fuerzas se van

¿Qué hay de aquellos

Que se rinden sin pelear?

GoldenRose, Junio 11 de 2008.

Soy


Soy verso ambulante

Soy remedo de poeta

Flor en campo abierto

Y una historia incompleta.


Libro que se escribe

A sí mismo con cautela

Una hoja no se arranca

Ni un sueño se revela.


Soy amor y soy poema

Soy canción y soy estrella

Soy luz y sombra

Soy paz y guerra.


Saca tiempo para leer mis hojas

No me pidas que sea perfecta

Lleva tiempo corregir las fallas

Curar heridas y aprender de ellas.


[Para aquellos que buscan perfección y nunca ven más allá, solo lo malo y lo bueno… ¿Dónde está?

No se juzga un libro por su portada ni se rechaza un hombre por su cara, Tómate tiempo para vivir la vida, no solo la tuya sino también la de quienes te rodean, sus dudas, sufrimientos, su lucha diaria por progresar, Somos proyectos en desarrollo, si buscas comprensión, dala primero].

GoldenRose. Enero 25 de 2008

Locura de una tarde de mayo


Un movimiento rápido, un impulso fortuito, y me levanté del sillón en que me encontraba, con el Colombiano en la mano y un lapicero de tinta roja con el que me había sentado hacía ya una hora a leer detenidamente con la intención de hallar un empleo de mi talla y porte, porque yo tenía bien claro que no había nacido ni para mesero, ni para mensajero, ni siquiera para vendedor de mostrador, y ¡tremenda suerte la mía!, eso fue lo que me encontré por todos lados; deslizaba mis ojos con marcada ansiedad en busca de algo para mí: Un joven talentoso, comunicativo, sociable y divertido; un empleo con personalidad, si así lo quieren, pero nada.

Esa tarde de mayo, como si en verdad el destino estuviera escrito, yo sentía que algo ocurriría, así que salí a buscar mi empleo por las calles, ya que en el periódico no se me ofrecía nada interesante.

Mientras avanzaba por las calles atestadas de gente y de comerciantes ofreciendo sus mercancías, yo sentía que me miraban…Hasta la vecina bonita que nunca me saluda, me miró con atención como si tuviera un particular y curioso aspecto, pero en realidad hoy me sentía tan normal como siempre. Esta situación se hizo más evidente (y más incómoda, por supuesto) cuando montado en el bus, sentía que la gente ante mi más ligero descuido deslizaba sus ojos con cautela para observarme, pero después de tenerme bien enfocado, parecían incapaces de retirar su vista de mí y yo ya me estaba poniendo nervioso.

Por primera vez me sentí agradecido de que se montara un cantante de rap al bus, esto logró desviar un poco la atención, y a la vez regalarme un poco de tranquilidad en medio de tal presión, entonces me concentré en su sencillo discurso de presentación y en su lírica marcada. Me gustó lo que oí: Una canción corta pero con alma y con una cadencia pulsante que captó mi atención. Busqué entre mis bolsillos una moneda para apoyar al joven, pero cuál no sería mi sorpresa, al percatarme de que el muchacho pasó de largo y no se tomó siquiera la molestia de recibirla a pesar de que se la ofrecía con mi mano extendida, y un rostro visiblemente más recuperado de la incómoda situación que me había ayudado a disipar.

Yo ya me estaba preocupando. ¿Cómo era posible que hace algunos minutos, fuera el centro de atención, y ahora alguien parecía no haberme visto? Era como si de repente hubiera tenido una repentina transición entre el ser y la nada.

Llegué a mi destino, una oficina de empleos. Cuando me dirigía a tocar el timbre en la parte trasera para parar el bus, noté que por más fuerte que presionara, ningún sonido era emitido, el conductor ni se inmutó a pesar de que recurrí a gritar para que me permitiera bajarme, pues me estaba llevando realmente lejos de donde quería quedarme. Me pareció una falta de respeto, así que me dirigí a la parte de adelante para hacerme escuchar, pero fue inútil. Trastornado como estaba, decidí hablarle a un señor que iba sentado en la banca de en medio, pero mi presencia pasó desapercibida. Le hablé a la señora que iba atrás de él, al joven universitario, pero nada!, todos me ignoraban. Es más, parecía que nadie me veía!

Ya iba bien lejos de donde debía bajarme, entonces esa ya no era mi mayor preocupación; me encontré dando vueltas por los barrios de Medellin, intentando hacerme ver en un bus de tantos, ante unas de tantas personas que ahora viajaban tranquilas, imperturbables ante mis pataletas y mi angustia. Mi única oportunidad para bajarme de aquel bus, cuyo recorrido se me había hecho interminable, era esperar que algún pasajero se bajara. Esperé en la parte trasera que alguien tocara el timbre, y ¡preciso!, el joven universitario fue mi salvación; con tranquilidad se dirigió hacia la parte trasera del bus, de pie, al lado mío, esperó unos instantes mirando atento por la ventana, finalmente tocó el timbre y… zas!, me bajé como un rayo, sin que nadie, ni en el bus ni en la calle notara mi presencia.

Estaba realmente frustrado, perdido en un lugar de Medellin que no conocía, con poco dinero, algo de hambre, y mucha rabia contra la sociedad ¿Cómo era que nadie me veía? Me senté a pensar cómo hacer para que el señor de los minutos a celular me vendiera uno, pero era imposible para mí hacer que cualquier persona a mi alrededor me dirigiera siquiera una mirada curiosa, como las de la gente del bus, antes de la canción del rapero. ¡Qué frustración!, mi mente en blanco, mi estómago también, y nadie que me ayudara o por lo menos me viera.

Como el señor de los minutos a celular no me veía y era claro que no podría conseguir prestado un teléfono, yo tenía la segunda opción: ¡Un teléfono público!, ¿Cómo no se me había ocurrido antes?...!El teléfono público!

Por primera vez en casi tres horas de extrañas situaciones con consecuencias notablemente perturbadoras en mi estado de ánimo, una sonrisa de esperanza se dibujó en mi rostro. Con ánimos renovados, me dirigí a buscar la solución a todos mis problemas: El dichoso teléfono público. Camine casi tres cuadras, hasta que por fin lo vi y me dirigí desesperadamente hacia él. Finalmente llegué, fueron los dos minutos más largos de mi vida: el tiempo que tomó caminar desde la cuadra anterior hasta esa esquina, donde estaba el teléfono. Saque una moneda, cogí la bocina con mi mano, pero súbitamente cayó, y se quedó colgando sin que pudiera hacer algo por levantarla, la moneda también cayó, y se fue rodando hasta una alcantarilla. Sentí un pitido fuerte, como el sonido que indica que el teléfono está habilitado para llamar… y era como si ese sonido fuerte y sostenido me llevara a un lugar desconocido y absorbiera entera la poca existencia que me quedaba. No recuerdo más, en ese momento creo que perdí el conocimiento.

Esta mañana, me levanté en un lugar bastante particular: Calles, una esquina, luces y muchos caminantes. No podía moverme, y ya no sentía hambre; sólo tenía muchas ganas de que alguien se me acercara para hablar. Una joven hermosa se dirigió hacia mí y me tomó de la mano, me puse tan feliz, y a la vez tan nervioso (Tanto de que alguien me viera de nuevo, como de que súbitamente me tomara de la mano), que solo pude decirle: ¡Buenos días!

Ella me miró a los ojos, como esperando que le dijera algo más. Yo lo noté de inmediato y le dije con alegría: por favor, inserte monedas…

En medio del movimiento en las calles, de los transeúntes desprevenidos, estaba yo, encerrado en una cajita de metal y protegido por una cubierta plástica, ¡yo era el teléfono público!

Una gota de vida más


Hoy miré hacia el cielo y lloré

Lo vi tan inmenso, tan lejano y tan cercano…

Quise arrancar de sus nubarrones

Una sola gota de vida más…

Mis lágrimas cayeron sobre las rosas que se abrían

Y sentí un frío intenso que abrigó mi corazón.

Esas rosas y yo tenemos algo en común

La ilusión de nacer para la vida

De abrir nuestros pétalos al salir el sol

Y saber que al ponerse detrás de las montañas

Lo hará también nuestra corta existencia

Como cuando acaba la función tras el telón,

¡Inesperadamente!

Pero quizás del otro lado de la vida

Las rosas florezcan de nuevo

Y el sol jamás se ponga

Y si la función no terminara,

¡Qué feliz seria yo!

GoldenRose, Abril 30 de 2008.

Amigo


Regálame una sonrisa

Que el sol se me ha apagado de tanto llorar.

Mi mundo se cae a pedazos,

Pero no puedo correr

Porque me caen encima…

No me aplastan pero duele

Y más aún la soledad.

Dame un abrazo

Que reconstruya mis castillos de arena

Mis lirios salvajes

Y que la luna vuelva a mí.

Escucha mi voz

Aunque no sea la que sale de mis labios

Tú sabes que mis ojos te pueden hablar

Porque entiendes mi silencio.

Estás y estuviste ahí

Nunca te fuiste,

Ni siquiera cuando no te quise ver.

Siempre estuviste,

Y encontré en ti la fuerza que me faltó

Y la ausencia la hiciste añicos

Me hiciste fuerte aunque por dentro

Mi corazón de papel se arrugara,

y las lágrimas quisieran deshacerlo.

En mi oscuridad brillaste tan fuerte

Que aún cuando no quise mirar al frente

Me obligaste a volver a surgir

Y seguir

Porque la vida no se acaba,

Porque no se derrumban las murallas

Cuando un solo ladrillo cede

O aunque se caiga gran parte del muro

Siempre estuviste para reconstruir,

Ahora entiendo el valor de un amigo

Nunca te vayas,

Eres parte de mí

De mi muralla, de mi castillo.

GoldenRose,Abril 9 de 2008.

Quiero


¿Qué quiero?

No lo sé, tal vez un humilde pedazo de amor…

Simple, sencillo, no es mucho pedir

Más que una moneda; una mirada, una palabra

Pues el hambre más fuerte que padezco

Es esta hambre del corazón.

Tengo más desnutrición en el alma que en el cuerpo

Pero sus síntomas pasan desapercibidos

Y se escurren tras mi imagen descuidada

Tras mis ropas raídas y mugrientas

Y mi fuerte olor corporal…

Hace tanto tiempo que no escucho

Otra cosa que insultos

Y el sonido intolerable del silencio,

De la indiferencia

Que es mucho peor.

Abril 5 de 2008, GoldenRose.

Amo tu silencio


Una palabra, tal vez me mueva

Una mirada, Quizás me invada

Una llamada, una sonrisa

Un verso vivo, una canción.

Mas tu silencio es más hermoso

Y contemplarte, maravilloso

No te fatigues que las palabras

Con tu silencio no se comparan.

Amo tu silencio,

Reflejo perfecto de tu corazón.

GoldenRose. Enero 27 de 2008

[“Cuando sobran las palabras, el silencio es aún más elocuente”]

Sueña...


Sueña

¿Porque te deprimes ante la adversidad?

¿No sientes acaso tu gran potencial?

La fuerza del hombre radica en su mente

Sus sueños, sus metas,

Siempre que estén presentes.

Date el lujo de soñar

Es el privilegio sagrado

Que aún a los pobres no pueden quitar.

Pueden robarte tu espacio, tus cosas, tu gente…

La calma, la duda, el amor, la igualdad.

Tus sombras, tus luces, tu aliento quizás;

La fuerza, las ganas, tu fe y tu verdad.

Todo en esta vida se puede marchar,

Incluso la vida, como viene se va.

La noche te cubre, y la bruma te envuelve

Y sólo si quieres podrás avanzar;

Más luego amanece y sientes que puedes,

Te sientes tan grande

Que quieres volar

El ciclo te encierra, y caes de repente;

Pero ahí están tus sueños

Para surgir nuevamente.

GoldenRose, Enero 27 de 2008.


Alma de niño


Brindo por la nostalgia del presente,

Por las fugaces horas que llegan

Trayendo los dulces recuerdos de las épocas pasadas,

De los tiernos años,

De los que se fueron y siguen estando ahí,

Del amor y el olvido

De las manos llenas de arena

Y los bolsillos rotos o llenos de piedritas de colores,

De los caramelos, los carritos y las muñecas

Y los primeros amigos…

Que no se olvidan!

No creo que madurar sea dejar de ser niño;

Aunque parezca necesario para ser adulto.

Ser maduro es ser lo suficientemente fuerte,

Sabio y sensato

Para vivir la vida como niño.

Para perdonar los errores cometidos,

Para hallar la paz sin dificultad

Después de haber sufrido.

Para ser noble y con una sonrisa

Decirle al mundo que estamos vivos.

Madurar es encontrar

El camino de regreso a la infancia,

Es caminar por la vida con cuerpo de adulto

Y con alma de niño.

GoldeRose, Abril 18 de 2008.